Sin duda, la necesidad es la partera de los grandes inventos, más todavía si estos surgen como respuesta a problemas que pueden inclinar la balanza para uno u otro bando. La movilidad, la precisión, la alimentación, la comunicación… han visto grandes desarrollos en medio de las balas.
“No hay mal que por bien no venga”, dice un viejo adagio y, aunque nefasta, nada como la guerra para darle la razón. Así lo muestran marcas como Jeep, Fanta, Ray-Ban y hasta las toallas sanitarias Kotex, que nacieron o tomaron fuerza en medio del cruce de balas.
Un ejemplo palpable es el Jeep, que comenzó a producirse en 1941 bajo pedido del Ejército de Estados Unidos a la fábrica Willys-Overland Motors. Los soldados requerían un vehículo todoterreno para afrontar el ambiente hostil de la Segunda Guerra Mundial, conflicto al que el país norteamericano entró de lleno en diciembre de ese año, a raíz del ataque japonés a la base naval estadounidense de Pearl Harbor.
Tras aquella conflagración, el nombre del automotor se vulgarizó y ahora, según el diccionario, Jeep significa: “auto todoterreno, útil para circular por zonas escarpadas”. También se lo identifica como “yip” o “campero”.
Así como el Jeep, otros productos que nacieron durante la Segunda Guerra Mundial fueron el pegamento Super Glue, la cinta adhesiva Duct Tape, la radio Motorola y la cola Fanta.
La Super Glue, pegamento que en Ecuador se popularizó como “Brujita”, nació por accidente en 1942 mientras un equipo de científicos, de la compañía Eastman Kodak, buscaba un plástico resistente que sirviera para hacer las mirillas transparentes de las armas de fuego. Los científicos descubrieron un compuesto químico de gran adherencia al que, en un principio, no le dieron un uso específico.
Recién en 1958 aquella sustancia, bautizada como cianoacrilato, comenzó a ser explotada. Por iniciativa del Dr. Harry Coover, uno de sus descubridores, la empresa Kodak dio luz verde a su comercialización. Dos años más tarde, Loctite también inició la producción de pegamentos a base de cianoacrilato.
Otra cosa pegajosa que se inventó en la Segunda Gran Guerra es la cinta Duct Tape, producida para los combatientes estadounidenses, quienes necesitaban una cinta fuerte, pero a la vez flexible y resistente al agua. Su uso: reparar maquinaria, equipo y municiones.
La idea original le corresponde a Vesta Stoudt, una trabajadora de artillería, quien consideraba que el tiempo perdido por los soldados, debido a problemas con los sellos de las cajas de municiones, podía ser determinante. Tal era su preocupación, que en 1943 Stoudt dirigió una carta al presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, sugiriéndole sellar las cajas con un prototipo de cinta de tela que ella había diseñado. A raíz de aquello, la Junta de Producción de Guerra encomendó la fabricación a Johnson & Johnson.
El famoso “walkie talkie”
En cuanto a la primera radio bidireccional de mano, fue desarrollada en 1940 por un equipo de la compañía Galvin Manufacturing (Motorola). Los técnicos eran liderados por Don Mitchell, ingeniero en jefe de la empresa, quien para julio de 1941 tenía a sus obreros produciendo la radio en masa, llegando a sobrepasar las 100.000 unidades. El artefacto correspondía al nombre de SCR-536 o al nombre comercial de “handie talkie”, pero se popularizó como “walkie talkie”.
En medio del conflicto y como respuesta a un embargo comercial de la Alemania nazi sobre la importación de algunos ingredientes que se utilizaban en la elaboración de Coca-Cola, la compañía de gaseosas ordenó fabricar una nueva bebida con componentes que estuvieran disponibles en la Alemania de Hitler. Esos ingredientes eran el suero y el orujo (residuos de la uva o de la aceituna) con los que se dio vida a la cola Fanta. Con el propósito de venderla en todo el mundo, The Coca-Cola Company relanzó a la cola Fanta en 1955.
Tres años antes de la Segunda Guerra Mundial, en 1936, la multinacional estadounidense-canadiense Bausch & Lomb, por encargo del Cuerpo Aéreo de Estados Unidos, creó las gafas de sol Ray-Ban Aviator. El objetivo era disminuir las náuseas y las jaquecas que los pilotos experimentaban al volar a gran altitud. Sin duda, este modelo de gafas es el más conocido del mundo.
La primera toalla sanitaria
Un gran avance para la higiene femenina surgió en la Primera Guerra Mundial. Las enfermeras que atendían a los soldados heridos en los hospitales militares, notaron que la celulosa, usada para las compresas, era más efectiva para absorber sangre que las vendas de tela. Inspirada en este descubrimiento, en 1920, dos años después de la finalización del conflicto, la empresa estadounidense Kimberly-Clark desarrolló la primera toalla sanitaria desechable de la historia: Kotex, cuyo nombre obedece a la fusión de las palabras “cotton texture” (textura de algodón).
En el contexto de la Guerra Civil Española (1936-1939) surgió la receta de los chocolates M&M’s, luego de que el empresario estadounidense, Forrest Mars, observara a los soldados ingerir chocolates recubiertos de caramelo para evitar que se derritieran a causa del calor.
Aquascutum, la casa de moda de lujo británica, vio la luz en 1851, poco antes de la Guerra de Crimea (1853-1856). Las primeras prendas militares que confeccionó fueron los impermeables grises que los oficiales del Ejército Británico vestían para soportar la lluvia y el barro en las trincheras desde donde combatían a los rusos. No por nada, Aquascutum mezcla los términos latinos que en español se traducen como “agua” (aqua) y “escudo” (scutum), o sea: escudo para el agua.
Y qué decir de Hugo Boss, miembro del Partido Nazi, quien fue el proveedor oficial de los uniformes de todas las divisiones de la organización política, incluidas las SS y las Juventudes Hitlerianas.